A día de hoy, la orientación sexual homosexual está casi totalmente aceptada por la sociedad, pero ese «casi» es una brecha aún muy grande. Y lo peor ya no es que alguien heterosexual rechace al vecino gay, sino que el propio homosexual sea homófobo.
Muchos son los jóvenes homosexuales tanto hombres como mujeres -la mayoría creyentes de alguna religión- que, en los tiempos que corren, se someten a tratamientos para «curarse» de esta «enfermedad». Y justamente, la Generalitat catalana ha abierto expediente a una clínica barcelonesa, la Policlínica Tibidabo, que aplica terapias a base de pastillas y tratamientos psiquiátricos a personas con esta supuesta dolencia.
Marina Geli, la Consejera de Salud, ha abierto una investigación para detectar este tipo de casos en clínicas sucedáneas y tomar medidas al respecto, pues como ella ha comentado, «No existe evidencia científica que sostenga que la homosexualidad deba ser tratada como una enfermedad, al margen de ideologías personales. No hay que confundir alteraciones emocionales en relación con la vivencia de la propia sexualidad. Los elementos emocionales son parte importante de nuestras consultas psiquiátricas, y a veces pasan por una orientación en entornos familiares y laborales».
El psiquiatra Joaquín Muñoz, responsable de la Policlínica, ha declarado a El Periódico, que «nadie quiere ser homosexual, les cae encima. Si con una pastilla pudieran cambiar su orientación sexual, el 99% querría tomarla». Y esto, a pesar de haberse dejado de considerar como enfermedad a la homosexualidad por la Asociación Norteamericana de Psiquiatría, allá por 1973.
En menos de un mes se cerrará la investigación a este centro, y de ser verídicos los tratamientos y terapias psiquiátricas que supuestamente se han llevado a cabo, la policlínica será rígidamente sancionada por la Consejería.
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twitterAutor: Bea Cárdenas
