Cuando se está con un hombre, y más si no es una relación esporádica, no basta con llegar a la cama, desnudarse y dejarse llevar.
Hay un momento en el que se va haciendo necesaria la colaboración recíproca para seguir manteniendo la llama del deseo y la excitación, sin que el sexo se convierta en algo rutinario, reiterativo, y por ende, aburrido.
Para ello, en lo que a nosotras respecta, debemos centrar más atención a sus puntos erógenos físicos, la forma en la que deben trabajarse, así como potenciar la parte psicológica para mantener en alerta las sensaciones placenteras.
- A un hombre se le pueden buscar las cosquillas de mil maneras. No debemos apresurarnos en el despojamiento de nuestros ropajes para ir al grano. Debemos hacernos de rogar, mantenernos vestidas con algún atuendo sexy, sugerente, que haga intuir más que enseñar.
- El siguiente paso puede ser un sensual streaptease sin que pueda tocar ni utilizar ninguno de sus sentidos, exceptuando el de la vista. El convertirse en inalcanzable hace dominar la situación e incrementar su deseo.
- Una vez en situación con el chico, es importante localizar sus puntos erógenos y estimularlos. El más placentero, a la vez que desconocido, es el punto P, situado cerca de la próstata. Muchos son los que se oponen por prejuicios machistas, pero nunca está de más regalarles algún juguete sexual de este tipo, conocidos como estimuladores prostáticos.
- Es imprescindible contarles nuestros gustos, morbos, fantasías, apetencias… Eso les pone aún más tórridos y, de paso, supone una gran ayuda para que nos conozcan mejor y podamos retroalimentarnos con el placer.
- Durante los preliminares y el acto, no está de más hacerles algún comentario acerca de lo bien que nos hacen las cosas (besos, caricias, movimientos…). Ello elevará su autoestima y repercutirá positivamente en toda la relación.
- No debemos cortarnos a la hora de expresar nuestras sensaciones durante el sexo. Si queremos gemir fuerte, si necesitamos gritar como una hiena desbocada, hagámoslo. Se excitarán aún más y su máquina funcionará a pleno rendimiento.
Encendamos su mecha, pero no hagamos que explote de inmediato. ¡El resultado merecerá la pena!
Comparte esta noticia: facebook twitterAutor: Bea Cárdenas