Desde que el Gobierno Mexicano permite los casamientos entre personas del mismo sexo, lo atípico en el país es encontrar parejas heterosexuales. Y para nada es una crítica, sino una observación que nos congratula, pues ya considerábamos que era hora de una normalización con todas las letras y a todos los efectos.
Ya van seis meses desde que entró en vigor la reforma del artículo 146 del Código Civil del Distrito Federal, que ahora permite los enlaces matrimoniales entre parejas homosexuales. Y en todo este tiempo, se han celebrado nada más y nada menos que 398 bodas y se han recibido más de 400 solicitudes.
Como suele pasar en estos casos, muchos son los extranjeros que han aprovechado para formalizar su relación en el país con ciudadanos mexicanos. Desde personas procedentes de países europeos -Rumania, Irlanda, Austria, Alemania, España, Italia, Francia e Inglaterra- como de América -Venezuela, Perú, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Panamá y Guatemala-.
Se ha podido observar que la cantidad de bodas entre gays supera el número de bodas entre lesbianas. Según el registro, el 53% corresponde a casamientos entre hombres y el 47% entre mujeres.
Con esta ley se ha demostrado que el amor y la pasión homosexual no entiende de edades. Cuatro han sido las parejas de avanzada edad, entre los 70 y 90 años, que han querido aprovechar la coyuntura para consolidar abierta y legalmente su relación.
De los casi 400 enlaces durante este medio año, 90 se celebraron en el primer mes desde su aprobación, entendible apoteosis momentánea. Y de todos ellos, casi una tercera parte, lo ha hecho bajo el régimen de gananciales, de este modo, volviendo comunes los bienes de ambos, juguetes sexuales incluidos.
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twitterAutor: Bea Cárdenas
